Cuando el gabinete de la Casa Real no sabe redirigir el mensaje


Que la monarquía está pasando estos últimos años por una mala racha es una realidad indudable, más aún cuando asuntos como la corrupción o el asesinato de animales calan en la moral de los españoles tan profundamente. Si a esto le sumamos la falta de una estrategia comunicativa desde la Casa Real, que consiga aunar el mensaje, nos enfrentamos a un presente y a un futuro mucho peor.

Han sido numerosas las réplicas emitidas por partidos políticos, organizaciones y ciudadanos después de la recepción del comunicado emitido por la casa del monarca en referencia a su accidente en Botsuana. Las redes sociales empezaron a arder de inmediato, pocos días después de que Froilán estuviera presente en ellas de manera constante, también por un hecho turbulento.

Los mensajes empezaron a fluctuar con una dirección única: la crítica a su Majestad por un motivo económico y por otro moral y social. Rápidamente la actuación del monarca tuvo que ser atendida en el Congreso, lugar en el que las opiniones, al igual que sus componentes, fueron muy diversas. Mientras en un primer momento, partidos como el Popular, que prefirió obviar la noticia remitiéndose al comunicado, o el Socialista, que tampoco quiso entrar al trapo, no profundizaron en el asunto, con el paso de los días muchas han sido las declaraciones que han aparecido en los medios de comunicación.

Patxi López se estrenaba argumentando que era necesaria una rectificación desde la casa del monarca, Tomás Gómez  traspasó el silencio de su partido para decir que el Rey “tiene que elegir entre sus responsabilidades o abdicar para poder hacer otro tipo de vida” e  Iñigo Urkullu elevó el tono y habló de “bochorno y estupefacción”,  calificando de “frivolidad absoluta” la asistencia del monarca a una cacería de elefantes en Botsuana. Otros muchos trasladaron a los medios sus opiniones, pero no pretende este artículo ser una recopilación de las mismas.

Lo que no se puede negar como periodista es que el gabinete de la Casa Real no ha sabido actuar a tiempo frente a una crisis de este calibre. La función de sus comunicadores es paliar el efecto de la información, controlar sus flujos, saber redirigirlo; una tarea inexistente que se ha puesto aún más de manifiesto durante la emisión matinal de ‘El programa de Ana Rosa’.

El espacio de la Quintana se ponía en contacto con el supuesto acompañante del Rey, el cazador de elefantes Antonio Sánchez Mariño, que cuanto menos ofrecía unas declaraciones inoportunas y denigrantes. Mariño comparaba la caza de elefantes con el aborto y criticaba la opinión de lo españoles sin ton ni son. Hablaba del riesgo de ponerse ante un paquidermo y el placer de poder cazarlos en un hábitat en el que los propios elefantes tienen medios para defenderse, pues “es un riesgo cazarlos”. Pero lo grueso de la cuestión llega cuando sus declaraciones comienzan a arremeter en contra del pueblo español con perlas como éstas: «Su Majestad puede hacer lo que le de la gana. Primero porque es el Rey, segundo porque se lo está ganando y tercero porque aguantarnos a los españoles es un mérito, que se está ganando el cielo a pulso, que somos un país que no hay por donde cogerlo. En cualquier país estaría todo el mundo consternado.»

Con todo lo expuesto se pone de manifiesto, no sólo los deplorables hábitos de Don Juan Carlos y la crisis que está pasando la monarquía española en estos momentos, sino el lamentable trabajo de despacho que se está llevando dentro de los gabinetes de la casa del Rey, que si bien tienen como misión paliar y relajar a la opinión pública, hacen todo lo contrario permitiendo que individuos como Mariño hagan un ataque de calado al pueblo español. A día de hoy esperamos ambas disculpas: la primera por el daño moral propio y la segunda en rectificación a las palabras de su controvertido defensor, pues su frase magistral «Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir» no ha sido suficiente para los españoles.

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